viernes, 16 de octubre de 2015

Revuelo en la Cocina

El siguiente cuento ha servido para trabajar que: 
- No hay nadie más importante; tod@s lo somos igual.
- Debemos trabajar junt@s valorando a los demás.

"Ese día en la comida se armó la revolución ¡abrid bien vuestros oídos, os contaré qué pasó! El tenedor no paraba de pinchar a los demás, se le unieron plato y vaso cuchillo, salero y cazo. “Si faltamos en la mesa difícil sería comer y las chicas, sin nosotros, nada podrían hacer”.


 Por el contrario el mantel, que era el más inteligente, decía que todos juntos serían más eficientes. El cuchillo le cortó: “No hables sin conocer, somos los más importantes y ellas lo deben saber”. “Tenéis que aceptarlo todas”, dijo el plato convencido, “nosotros somos mejores y los más reconocidos”. La cuchara, que tenía más cabeza que cintura, reunió a todas las chicas sin que faltase ninguna. “¡Qué risa!”, dijo el salero, con su gracia habitual, “¡cuando la carne presenten sin nada para cortar!” En la habitación de al lado todas estaban nerviosas, aunque sabían que juntas lograrían grandes cosas. La escudilla sustituye al plato en su cometido, la solución, la bandeja, servida nos la ha traído. Las servilletas volaron como aviones de papel y en la mesa aterrizaron sustituyendo al mantel.


Dos brochetas, muy unidas, se ofrecieron a intentar suplantar al tenedor en su función de pinchar. La copa con su elegancia dijo estar muy enfadada por contar sólo con ella en ocasiones de gala: “Yo mañana ocuparé el lugar del Señor Vaso pues aún siendo yo muy fina hago muy bien mi trabajo”. La navaja alzó su voz con un tono muy cortante: “Aunque yo venga del campo, y no sea tan elegante, sustituiré al cuchillo que se cree muy importante”.


Los chicos que se escondieron en el armario a mirar vieron cómo conseguían los problemas superar. “Nos hemos equivocado”, dijo el cazo con vergüenza, “nos han demostrado a todos una gran inteligencia”. El primero fue el mantel en salir de aquel armario y se colocó en la mesa como hacía de ordinario. Y la jarra llamó al resto que se le unieron también ya que pensaron que de esto mucho se puede aprender. “No hay nadie más importante, todos lo somos igual, debemos trabajar juntos, valorando a los demás”. A partir de aquella tarde reinó la armonía en la mesa todos se complementaron y no hubo más sorpresas."