El siguiente cuento ha servido para trabajar que:
- No hay nadie más importante; tod@s lo somos igual.
- Debemos trabajar junt@s valorando a los demás.
"Ese día en la comida
se armó la revolución
¡abrid bien vuestros oídos,
os contaré qué pasó!
El tenedor no paraba
de pinchar a los demás,
se le unieron plato y vaso
cuchillo, salero y cazo.
“Si faltamos en la mesa
difícil sería comer
y las chicas, sin nosotros,
nada podrían hacer”.
Por el contrario el mantel,
que era el más inteligente,
decía que todos juntos
serían más eficientes.
El cuchillo le cortó:
“No hables sin conocer,
somos los más importantes
y ellas lo deben saber”.
“Tenéis que aceptarlo todas”,
dijo el plato convencido,
“nosotros somos mejores
y los más reconocidos”.
La cuchara, que tenía
más cabeza que cintura,
reunió a todas las chicas
sin que faltase ninguna.
“¡Qué risa!”, dijo el salero,
con su gracia habitual,
“¡cuando la carne presenten
sin nada para cortar!”
En la habitación de al lado
todas estaban nerviosas,
aunque sabían que juntas
lograrían grandes cosas.
La escudilla sustituye
al plato en su cometido,
la solución, la bandeja,
servida nos la ha traído.
Las servilletas volaron
como aviones de papel
y en la mesa aterrizaron
sustituyendo al mantel.
Dos brochetas, muy unidas,
se ofrecieron a intentar
suplantar al tenedor
en su función de pinchar.
La copa con su elegancia
dijo estar muy enfadada
por contar sólo con ella
en ocasiones de gala:
“Yo mañana ocuparé
el lugar del Señor Vaso
pues aún siendo yo muy fina
hago muy bien mi trabajo”.
La navaja alzó su voz
con un tono muy cortante:
“Aunque yo venga del campo,
y no sea tan elegante,
sustituiré al cuchillo
que se cree muy importante”.
Los chicos que se escondieron
en el armario a mirar
vieron cómo conseguían
los problemas superar.
“Nos hemos equivocado”,
dijo el cazo con vergüenza,
“nos han demostrado a todos
una gran inteligencia”.
El primero fue el mantel
en salir de aquel armario
y se colocó en la mesa
como hacía de ordinario.
Y la jarra llamó al resto
que se le unieron también
ya que pensaron que de esto
mucho se puede aprender.
“No hay nadie más importante,
todos lo somos igual,
debemos trabajar juntos,
valorando a los demás”.
A partir de aquella tarde
reinó la armonía en la mesa
todos se complementaron
y no hubo más sorpresas."